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sueño en bebés

Mi bebé no coge el sueño

Nuestros bebés no tienen que aprender a dormir. Ellos ya saben dormir. Lo llevan haciendo toda su vida. Seguro que recuerdas durante tu embarazo, como cuando tú te movías era cuando él solía estar más quieto, pues es mecer de tu cuerpo le relajaba y le inducía al sueño, y cuando parabas, cuando el iniciaba su mayor actividad, pues es cuando disponía de un espacio más distendido para moverse. Cuantas veces las mamás durante nuestro embarazo decimos: se mueve tanto que no me deja dormir.
El asunto es que, hasta que nacieron, ellos han dormido cuándo y cómo han querido, cuando han sentido sueño, siempre dentro de mamá, en esa casita perfecta dónde no hay que pedir nada para que llegue, dónde se adormecían mecidos por el calor, el movimiento, el corazón y todo lo que venía de mamá.

¿Qué ocurre con el sueño de mi bebé cuando nace?

Aquí a fuera, todo ha cambiado, no siempre que tienen que dormir tienen sueño y ya ni siquiera cuando tienen sueño consiguen dormir como antes, porque ya están solos con mamá. Quizá les despierte el hambre, la sensación de un pañal demasiado lleno, cambios de temperatura, o simplemente cuanto echan de menos la seguridad que les ofrecía el vientre materno. Y si eso ya les complica el sueño, imaginaos el hecho de que ahora toca dormir de noche, y alguna siestecilla de mañana o de tarde.
Y, por supuesto, contemos con sus miedos, que no les ayudan a dormir, precisamente. Las emociones son innatas. Por ellas nos reconocemos, reconocemos a los otros y podemos expresar lo que sentimos. Con ellas gestionamos los sentimientos que nos traen las vivencias cotidianas. Porque cada día pensamos, sentimos y expresamos, pero no siempre sabemos ponerle nombre ni significado a todo eso.

¿Y según van creciendo?

Según nos vamos haciendo mayores, la experiencia vital nos ayuda a ir resolviendo, pero para los pequeños, que no disponen de ella, esto se hace más difícil, y muchas veces no les es posible, quedando en el terreno inconsciente. Y cuando llega el momento de dormir, de parar, de permitir a su cerebro desconectar y recargar neuronas y energía, todo lo que ese día les trajo toma presencia. Los más mayores y los adultos podemos ponerlo palabras y gestionarlo desde la experiencia vital y la comunicación con otros, pero para los bebés y los peques más peques, solo es posible desde la emoción perturbadora e inquietante, desde unos sentimientos fugaces, desde el miedo, el nerviosismo… Si los adultos vivimos con preocupación la dificultad de no saber cómo reducir el nivel de actividad que sostuvimos durante el día, poneos en la piel de los más pequeños.
Así que, cuando llega el momento de dormir, el cuento se alarga, la sed se intensifica, las preguntas no cesan y las ganas de jugar tampoco, y los que ya hablan, como último recurso tiraran de los “no te vayas”, “no apagues la luz” y, al final, de “el tengo miedo”.

Cómo puedo ayudarle ante los miedos nocturnos

Durante la primera crianza el estrés que la novedad del día a día les supone, puede traer los llamados terrores nocturnos. No despiertan durante el episodio y suelen volver a dormir tras una rutina establecida. Y con permanecer junto a ellos, mientras, sin despertarles, no preguntarles por ello a no ser que nos cuenten primero, y sobre todo prevenir un sueño tranquilo y descansado, sería suficiente.
Si no se trata de esto, para los más pequeños, un juego o un cuento en el que sea otro el que tenga miedo, su muñeco preferido, una lamparita o quedarnos con ellos hasta que se duermen puede ser la solución a corto plazo. Y cuidado con esas expresiones como “qué viene el coco”,
“si te portas mal ya no te quiero”, etc., que les educan en el miedo. Los más mayores algo entienden, pero siguen sin herramientas suficiente. Os propongo reconocer el origen de ese miedo, sus emociones, sensaciones y pensamientos, y acompañarles en su gestión para resolver y que puedan entender para dejar de somatizar. Consiste en ver el miedo como lo que
es: un avisador, un aliado, un amigo, ese Pepito Grillo que nos ayuda a evitar peligros y reconocer errores, y trasmitírselo así. Entendiendo que los miedos son evolutivos y necesarios para aprender a reconocer y gestionar. Animándoles a reconocer lo que sienten y abordarlo, pidiendo ayuda si la necesitan, porque cada dificultad es una oportunidad para ser feliz.
No es posible que logremos hacerles entender nuestras rutinas, nuestras necesidades desocialización, así que, si no cogen el sueño, si se despiertan, si requieren de nuestros brazos o nuestras nanas:

  • Démosles lo que nos piden porque de verdad que lo intentan.
  • Acompañémoslos en la adaptación a esta rutina
  • Amémoslos más en cada despertar y seamos
    nosotros los que, durante un tiempo, nos adaptemos a un sueño nocturno más escaso y menos profundo, y así ellos seguro que lo conseguirán.

Crea vinculo desde el amor incondicional

Viven demasiado expuestos en este mundo casi sin espacio para ellos, inmersos en cambios vitales, sociales y familiares, desde donde se sienten aislados, incluso angustiados, impotentes.
Los pequeños no reconocen el estrés, y somatizan. Necesitan contactar más con el presente y disponer de espacio y tiempos propios, respetuosos con sus ritmos y sus pedidos, que no son caprichos, sino necesidades, porque están aprendiendo a vivir.
No siempre sabrán como contarnos qué les sucede, y no siempre lo sabrán o sabrán cómo ponerlo en palabras, los que ya hablan, pero igual podemos acompañarles, razonar con ellos, calmarles, reconfortarles, proporcionarles un entorno seguro y normalizado desde el amor incondicional, el vínculo y el apego, que les sostenga y les aporte, que les haga libres, autónomos, confiados y resilientes, que les haga felices.


Raquel Villaescusa
Madre, profesional de la comunicación y el marketing, profesional del acompañamiento familiar como doula y coach familiar, responsable de producción y contenidos en el programa de Radio 5 RNE ‘Mamás y papás’ (monográfico semanal dedicado a familias)

Me puedes encontrar en:
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https://www.asociacionespanoladedoulas.com/doulas-en-madrid
http://redcirculardedoulas.blogspot.com.es/


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Sobre Natalia González

Soy Natalia González

Diplomada en magisterio infantil, licenciada en Psicopedagogía y emprendedora.

Mamá de tres hijos maravillosos. Con mi primera hija, no solo tuve una niña preciosa, si no también la necesidad de reenfocarme en aquello que me encanta: la estimulación temprana, aplicándola siempre a través del juego y respetando el ritmo único y propio de cada bebé.

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